Gente que huye del hambre, de las bombas y las guerras, gente solicitante de asilo… gente que hoy está a pié de calle (o de ruinas) tendiendo la mano a lo afectados por el terremoto en Italia

Apenas 24 horas más tarde de que se produjera elterremoto de 4,6 grados de magnitud que sacudía este jueves el centro de Italia dejando más de 250 muertos, un grupo de veinte solicitantes de asilo ya trabaja en la zona afectada. Por iniciativa propia, pidieron ayudar como voluntarios en cuanto se enteraron de la catástrofe.

«Se asustaron al ver lo que estaba pasando, estaban preocupados y decidieron ayudar», explica a eldiario.es la ONG Gruppo Umana Solidarietà (GUS), quien gestiona el albergue en donde viven varios migrantes de la provincia de Ascoli Piceno.

Desde la mañana de este jueves, trabajan limpiando los alrededores de Amandola, localidad próxima a Arquata, una de las zonas más afectadas por el seísmo. Despejan las carreteras para dejar paso libre al tráfico –intensificado en las últimas horas por el tránsito de ambulancias, según la ONG– y limpian un campo en donde diferentes entidades que gestionan la emergencia pretenden instalar un centro de coordinación de operaciones.

En Gioiosa Ionica, en la provincia de Reggio Calabria, otros 75 solicitantes de asilo han querido ayudar con los medios que tenían. Ante la dificultad para desplazarse, han decidido donar una parte del dinero que se les proporciona mensualmente para garantizar sus gastos personales, informa la ONG.

«Hay personas en Italia que se fijan demasiado en el color. A nosotros no nos importa el color, miramos siempre por la humanidad, y por eso hemos decidido echar una mano a estas personas», dice uno de los voluntarios  en declaraciones al diario italiano La Repubblica.

Los jóvenes, la mayoría provenientes del África subsahariana, viven desde hace meses en un centro de acogida a la espera de que se resuelvan sus solicitudes de asilo. «La iniciativa no muestra otra cosa que el interés de estas personas por integrarse en el lugar donde viven», resalta GUS, al tiempo que aprovecha para recordar que la situación de muchos de ellos «debe resolverse pronto».

No es la primera vez que ocurre algo así. Ya en 2012, cuando la ciudad de Maserata quedó sitiada por una fuerte nevada, otro grupo de migrantes estuvo allí. El gesto también salió de ellos mismos. Entonces colaboraron para que los habitantes de su ciudad vecina no pasaran más tiempo atrapados e incomunicados por el temporal. Costó diez días desbloquear el paso.  (Tomado de El Diario)

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