Hoy, a primera hora de la mañana, el vagón del metro estaba en completo y riguroso silencio.
Ellas y ellos estaban absortos en sus libros, sus periódicos, sus móviles, sus tabletas…. O simplemente mirando a un punto de su alrededor.
En un asiento, una chica forcejeaba con su perro, estirado a su lado, porque el animal quería sacarse el bozal.
Seguro que ella conocía la reciente ordenanza municipal que permite a los perros viajar en metro siempre que vayan atados y con bozal.
La joven le había confeccionado un artilugio a base de cuero y tela que no le permitía abrir la boca al perro.
El animal movía la cabeza, luchaba para sacárselo.
Parecía que era el único que tenía ganas de decir algo.
Compartir






